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¿Qué es la reserva cognitiva? 5 actividades para preservarla

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Los artículos que se pueden leer en este blog están siempre relacionados con el liderazgo, la gestión de equipos o el equilibrio y la conciliación. Todas, temáticas relacionadas con el mundo laboral. Hoy me vas a permitir que hable de un concepto más amplio que, aunque influye en nuestro desempeño en el trabajo, tiene efectos en otras muchas esferas de nuestro día a día: la reserva cognitiva.


Cuando hablamos del envejecimiento solemos pensar en los cambios que produce en nuestra piel, en nuestro estado físico o en nuestro sueño. Pocas veces somos conscientes de que el paso de los años también tiene consecuencias en nuestro cerebro. El concepto «reserva cognitiva» hace referencia a la capacidad de este órgano para sobrellevar el daño y/o la degeneración.
Esto no quiere decir que la reserva cognitiva funcione como un antídoto para prevenir las enfermedades cerebrales o evitar el envejecimiento neural, pero sí que es cierto que es un perfecto aliado para reforzar nuestra red neural y así, retrasar el posible deterioro cognitivo.


¿Cómo funciona?


El origen del término puede atribuirse al profesor Yaakov Stern, él fue el primero en detectar en sus investigaciones que las personas que habían tenido vidas más estimulantes tanto a nivel mental como físico, habían reducido el riesgo a desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Al comparar distintos pacientes con demencia se observó que, aquellos que a lo largo de su vida habían acumulado una reserva cognitiva mayor, tenían una incidencia menor de la enfermedad. Estos últimos se correspondían con personas que habían tenido un mayor nivel educativo, una actividad laboral más activa y compleja o habían desarrollado una actividad cultural mayor. Ser bilingüe, hacer crucigramas, leer… son factores de estimulación intelectual que también retrasan la aparición de los síntomas y su diagnóstico.


Es cierto que parte de esta reserva cognitiva viene determinada por factores congénitos que van desde el coeficiente intelectual que tenga cada persona. Sin embargo, el grueso está en nuestras manos. La buena noticia es que nuca es demasiado tarde para construir esta reserva cognitiva. 


Estas 5 actividades para el enriquecimiento intelectual son ideales para preservar nuestra reserva cognitiva.


1. Cambiar las rutinas.


Los seres humanos somos animales de costumbres, pero debemos forzarnos a cambiar nuestros hábitos diarios con el fin de reforzar nuestras conexiones neuronales. Alterar nuestras rutinas pasa por cambiar la ruta para ir al trabajo o la forma en la que organizamos el armario. Es decir, cualquier pequeño cambio que introduzcamos en nuestra vida que obligue a nuestro cerebro a pararse y pensar –y no actuar de forma automática– es un buen paso.

 

2. Lectura.


La lectura es una de las actividades más estimulantes para nuestro cerebro. Además de aportarnos nuevos conocimientos, favorece la concentración, ayuda a ejercitar la memoria y alimenta nuestra investigación. Desde la Fundació Pasqual Maragall van un paso más allá y nos recomiendan apuntarnos a un club de lectura. Combinaremos los beneficios de leer con los de la socialización otro aspecto que también estimulará nuestro cerebro.

 

3. Juegos de mesa.


Debemos empezar a invertir bien nuestro tiempo libre. Pasamos demasiadas horas frente al teléfono móvil, el ordenador y/o la televisión. En lugar de invertir nuestro ocio en las pantallas recuperemos los juegos de mesa. Son una buena herramienta ya que, dependiendo del juego, entrenaremos el cálculo, el vocabulario, la creatividad, la lógica… Todas, capacidades cognitivas imprescindibles.

 

4. Más cultura.


Puedes asistir a exposiciones de arte, a conferencias especializadas o visitar tus museos favoritos. Cualquiera de estas actividades –y muchas otras que configuran la oferta cultural de las ciudades– enriquecen nuestro conocimiento y, además, si las hacemos en compañía, son una forma de cultivar las relaciones que también se traducirá en un beneficio para la salud y vitalidad de nuestra mente.

 

5. Aprendizaje constante.


No hay límite para aprender cosas nuevas. Desde un nuevo idioma hasta entonar tus primeros compases con un nuevo instrumento. Puede ser que lo tuyo sea la cocina o que prefieras adentrarte en un nuevo deporte. Elijas lo que elijas estarás planteándole nuevos retos a tu cerebro y, con ello, estimulándolo por completo.