Todos queremos tener a los mejores trabajadores en nuestra empresa y nadie podría culparnos por ello. Sin embargo, como líderes nos toca garantizar que exista una buena dinámica entre todos los miembros del equipo y, a veces, contratar a la gente más brillante no será el camino recomendado para lograrlo.
Me explico. Cuando definimos a un empleado como brillante lo hacemos en base a criterios como su formación, su inteligencia, su experiencia previa en compañías de renombre, su capacidad para resolver problemas con ideas innovadoras, su nivel de éxitos –o baja tasa de fracasos–…
Todo esto es admirable y, evidentemente, necesario para conseguir impactos positivos en cualquier negocio. Aunque incorporarlos a nuestras filas plantea también algunos retos.
«Si existe armonía entre tus empleados y la relación entre ellos fluye de forma natural esto se reflejará primero en el trabajo y después en los resultados.»
Para empezar, estos trabajadores, no están acostumbrados a equivocarse y, llegado el momento, pueden no saber sobreponerse al error. Es como si su capacidad de aprender y de crecer desapareciera justo en el momento que más lo necesitan. Además, suelen estar acostumbrados a las felicitaciones, las palmadas en la espalda, los vítores en las reuniones y las recompensas en forma de bonus y, claro, esto puede derivar en problemas a la hora de gestionar su ego, y, sobre todo, en su relación con el resto del equipo. Porque… ¿Quién se acuerda del resto de compañeros eficientes que también hace su trabajo al máximo nivel? Sí, eso que se oyen son grillos cantando.
Y aquí, jefes, me temo que la solución está en vuestras manos, concretamente en saber fichar –no hacerlo, si además de buenos son íntegros y enérgicos, no es una opción– y saber gestionar a los empleados más brillantes.
Puedes empezar por cumplir estos 3 pasos:
1. Fíjate en las Soft Skills.
Si tenemos que definir el concepto soft skills podríamos hacerlo diciendo que son aquellos atributos personales que una persona debería poseer para tener éxito en el ámbito laboral. Cuando estamos frente a un candidato en una entrevista lo primero en lo que nos fijamos es en su formación, su experiencia y su conocimiento técnico. Pocas veces prestamos atención a las habilidades personales.
Aquí entran en juego aspectos como una personalidad amable, capacidad de organización, creatividad o automotivación, por destacar algunas de las soft skills más demandadas para 2019 según LinkedIn.
2. Prioriza la armonía cultural.
Si hay algo que tenga menos peso que los soft skills cuando estamos gestionando los procesos de Recursos Humanos es cómo esta nueva pieza encajará con el resto de personal. ¡Error!
Debes analizar qué personalidad tiene tu fichaje potencial y cómo se relacionará con tus actuales empleados. ¿Se impondrá como líder? ¿Se dejará intimidar? ¿Tiene una forma prudente de decir las cosas o es muy tajante? Todo esto importa y mucho.
Si existe armonía entre tus empleados y la relación entre ellos fluye de forma natural esto se reflejará primero en el trabajo y después en los resultados. Se crearán sinergias, momentos para compartir e intercambiar opiniones y se avanzará en una misma dirección. Ahora bien, si la nueva incorporación es propensa a tener conflictos, y no es leal con sus compañeros, todo se resentirá.
3. Gestiona el ego.
No quiero decir que todos los empleados brillantes tengan el ego por las nubes. Más bien me gustaría compartir contigo mi propia visión para que como líder sepas identificar el ego o prevenirlo.
Puede ocurrir que, con el tiempo –porque esto no se manifiesta de la noche a la mañana–, tu trabajador más brillante baje un poco su rendimiento e incluso se muestre poco predispuesto a participar en determinadas tareas. Esto es solo porque puede llegar a creer que no necesita trabajar tan duro como el resto de sus compañeros para conseguir un buen resultado o que su talento no debería malgastarse en asumir aquellas tareas que son menos motivadoras. Si esto ocurre, te aviso: se avecina conflicto.
Aquí la solución, está en el equilibrio. Intenta llegar a «pactos» que garanticen la motivación de tus empleados y, a la vez, sigan alimentando sus cualidades para que estas continúen brillando en beneficio de la empresa.