Estoy convencido de que Vicente nunca fue protagonista en las ruedas de prensa de después de los partidos. Tampoco se llevó ningún reconocimiento por haber fabricado las botas de los Pichichis y Zamoras que, durante esa época, triunfaron en Liga española. Y, seguro, serán pocos los que recuerden la historia del artesano de Valencia que fabricaba las mejores botas de primera división. Sin embargo, estoy convencido de que su intensa dedicación fue decisiva para la consecución de muchos éxitos deportivos de los “cracks” de la época.
El poder de la discreción
Si esta historia me resulta llamativa es, precisamente, por la sencillez de su protagonista y cómo pasaba inadvertido. Es especialmente fácil trazar un paralelismo con lo que muchas veces pasa en las empresas. A menudo, la gente que menos felicitaciones y reconocimientos se lleva juegan un papel importante para la empresa. Seguro que, si levantas la vista de tu escritorio y echas un vistazo a tu alrededor te darás cuenta de que tu oficina hay algún Vicente que, durante años, ha pasado inadvertido. Pero, sin ellos, tu empresa jamás habría conseguido ser lo que es ahora.
En Asics me pasa algo parecido con Ana, la mujer de la limpieza. Para mí, es una persona importante de la oficina porque, además de hacer bien su trabajo, Ana es una persona alegre, que siempre está dispuesta a ayudar a los demás. Y aunque parezca mentira, cuando ella no está y viene otra persona, no es lo mismo.
A modo de reflexión personal, me gustaría saber si he sido capaz de valorar en mi trayectoria profesional estos activos que he tenido siempre cerca. Quizás no he dedicado la atención que merecían y no les he agradecido lo mucho que han hecho por todos. Te invito a ti a hacer lo mismo con los Vicentes y las Anas que puedas tener en tu día a día. Es importante destinar tiempo y cariño para tratar de cautivar a este tipo de profesionales. Al final, las empresas son, antes que nada, las personas que las conforman.