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3 razones por las que los mejores empleados no explotan su potencial

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«El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos.» Esta es una de las frases más conocidas de Michael Jordan y me viene como anillo al dedo para introducir una disyuntiva que se repite en los procesos de selección de muchas empresas: ¿talento o trabajo?



Todos sabemos que lo ideal sería la combinación de ambos valores y que en todos las empresas podemos encontrar varias personas que los reúnen de forma más o menos equilibrada. Pero, también puede ser que uno de los dos falte. El problema llega cuando lo que falta son el esfuerzo y la dedicación. 

Sobre todo, si hemos tomado la decisión de contratar a una persona apoyándonos en esa facultad y, a posteriori, descubrimos que ese potencial tiene muchas probabilidades de quedarse en una mera promesa ya que no existe una capacidad de esfuerzo detrás que pueda potenciar el talento.


Entonces, ocurrirá eso que decía Kevin Durant –sí, hoy la cosa va de frases de jugadores de baloncesto–: «El trabajo duro supera al talento cuando el talento no trabaja duro». Puede ocurrir y entonces ¿qué hacemos cuando tenemos trabajadores talentosos que no están rindiendo como debieran?



El primer paso es identificar las causas que pueden estar detrás de esta bajada de rendimiento –que ya te avanzo suelen ser varias y diversas– y, con ellas, los mecanismos para tratar de explotar al máximo el potencial de nuestros empleados.



Eso sí, antes de empezar, una apreciación. Asegúrate de que el bajo rendimiento que has detectado por parte de tus empleados más talentosos es un problema continuado y sostenido en el tiempo. No todos damos lo mejor de nosotros mismos y estamos al 100% de nuestras capacidades siempre. Y es que no podemos pasar por alto que las circunstancias personales influyen en nuestro trabajo. No importa lo fuertes y profesionales que seamos, si pasamos una mala temporada en nuestro trabajo se verá resentido.

Hecha esta aclaración, vamos a revisar los motivos que pueden estar detrás de que los mejores empleados no exploten todo su potencial y talento.

 

1. Falta de motivación.


Es fácil de identificar. El trabajador desmotivado cumple con sus tareas, pero lo hace sin implicación y las considera un mero trámite. La creatividad, la proactividad y la capacidad resolutiva desaparecen. ¿Las reúne alguno de tus trabajadores? Debes saber el por qué. Quizá el proyecto no es como él pensaba o las habilidades que necesita para desempeñarlo no están al nivel de las suyas –desmotiva tanto estar muy preparado como poco preparado–, quizá está saturado o ve que su esfuerzo difícilmente es recompensado.


¿Cómo solucionarlo? Debes atajar el problema cuanto antes ya que la desmotivación genera conflictos entre los trabajadores y en último término es «contagiosa». Trata de sentarte con los miembros de tu equipo que pasen por esta fase y trata de entender cómo visualizan ahora mismo su carrera. ¿Corrigiendo algunos aspectos es posible recuperar su motivación?  

2. Falta de conexión.


Llámale conexión, llámale encaje con el resto de trabajadores, llámale no haberse hecho un hueco en el equipo. Somos animales sociales y hasta el más introvertido necesita comunicarse y sentirse apreciado en su puesto de trabajo. Quizá la falta de conexión se ha producido con la empresa en general. Y es que es una realidad que no todos estamos hechos para los mismos trabajos y culturas empresariales. No nos cansaremos de insistir en la importancia de detectar este tipo de detalles en los procesos de selección y esto no es algo que, de momento, pueda llegar a darnos un algoritmo.


¿Cómo solucionarlo? Como decimos, como líder es tu responsabilidad detectar si el nuevo miembro del equipo es apto para el puesto no solo a nivel profesional, también a nivel personal. Para ello tanto tú como el departamento de RRHH deberéis hacer preguntas detalladas sobre su día a día, su forma de trabajar. También buscar similitudes con el resto de tus empleados e incluso imaginar qué rol jugará en el hipotético caso de que llegue a formar parte del mismo. En el caso de que lo detectes una vez el trabajador ya se ha incorporado a tu equipo, debes tomar medidas cuanto antes. No des por hecho que el ajuste, finalmente, se producirá porque eso no suele pasar.

3. Falta de una estructura empresarial sana.


Esto pasa hasta en las mejores familias. No importa el tamaño, las características ni el sector de tu empresa, todas son susceptibles de entrar en dinámicas tóxicas y corrosivas. ¿El peligro? Que estas dinámicas negativas lleguen a contagiarse a los trabajadores. Entonces, el resultado será un mal ambiente de trabajo en el que los empleados estarán deseando que termine su jornada laboral para salir de él.

¿Cómo solucionarlo? Es quizá uno de los aspectos más complicados de resolver ya que partimos de la base de que estas dinámicas negativas llevan años configurándose y es difícil cambiarlas de la noche a la mañana. Aquí es clave potenciar la comunicación, ayudar a los trabajadores a expresarse. También entrarán en juego actividades de Team Building que ayuden a conectar a los trabajadores entre sí y con la organización.

Lo que debemos interiorizar es que fidelizar el talento es igual de importante que detectarlo. Para conseguir lo primero es fundamental motivarlo y potenciarlo a diario.